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Reflexión del Evangelio del Domingo II de Adviento
Separador

Evangelio según San Mateo 3, 1-12.

 En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. A Él se refería el profeta Isaías cuando dijo: “Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre: La gente de Jerusalén,  de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: “Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: “Tenemos por  padre a Abraham”. Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquél que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en  su mano la  horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero  y quemará la paja en un fuego inextinguible”.

El tiempo litúrgico del Adviento tiene dos etapas, la primera que llega hasta el día 16 de Diciembre, mira a la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo; y la segunda que comienza a partir del 16 de Diciembre, que ya pone la mirada en la expectativa de la primera venida ya ocurrida en el tiempo, y por lo tanto en la próxima celebración de la Navidad del Señor. Este segundo Domingo descuella la figura de san Juan Bautista. Había una creencia entre los judíos de que el profeta Elías habría de venir a preparar el Día del Juicio de Dios. Jesús dirá: “Si queréis Elías ha venido ya”, y se refería sin duda a San Juan Bautista, que antecediendo a la primera venida y al ministerio público de Jesús, ha inaugurado los últimos tiempos con Cristo. Ya estamos en los últimos tiempos que transcurren desde la primera venida de Cristo hasta la segunda que vendrá. Dios puede hacer de las piedras hijos de Abraham, y en aquel entonces los judíos consideraban piedras a los paganos. El hecho es que tanto Juan como Jesús hacen un llamado a la conversión y a la penitencia. Los hombres que recibían el bautismo de Juan tenían que confesar sus pecados renunciando a ellos, para adoptar una nueva vida, que los preparaba a recibir al Mesías ya cercano, los hacía pertenecer a la comunidad del Mesías antes de su llegada. Él habrá de inaugurar e instituir en la tierra el Reino de los Cielos.
Era una manera de decir el Reino de Dios a quién Mateo no nombra por el escrúpulo de los judíos de atentar contra el segundo mandamiento si nombraban a Dios. El Bautismo de Juan entonces era un rito y mucho más, implicaba un cambio de vida. Había muchas religiones en el Imperio Romano en tiempos de Jesús, incluidas las religiones de misterios, pero ninguna llamaba a un cambio moral. El cristianismo verdadero siempre llama a hacer ese cambio moral, renunciar al pecado y vivir para Dios por la práctica de una vida virtuosa. Por eso muchas veces los hombres no lo aceptan; porque saben que tiene que hacer esa renuncia para vivir ese cambio. Incluso acusan de corrupción a los miembros más eminentes de la Iglesia para en el fondo justificar su actitud de no cambiar. Todos los hombres somos pecadores en mayor o en menor medida y estamos por eso necesitados de conversión; y si bien es verdad que muchas veces el pecado de los miembros de la Iglesia es motivo de escándalo, sin embargo todos sabemos, por la divina revelación qué hay que creer y qué hacer para salvarnos.

Creer en la Iglesia que es el Reino de Dios comenzado en la tierra y acudir a los sacramentos para encontrar la gracia, que es siempre el camino correcto de la salvación. Cristo viene por su gracia y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos en el último Día. Es bueno estar preparados sabiendo que va a venir, mucho mejor que pensar que no viene y que venga entonces.

Pbro. José D´Andrea
Capellán Castrense

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