Ejército Argentino Capellanía Mayor
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Nuestra Señora de La Merced
Virgen de La Merced

 

 

Mensaje del Capellán Mayor del Ejército, Pbro. Oscar Ángel Naef, con motivo de la celebración del día de la Virgen de la Merced, Patrona y Generala del Ejército Argentino.
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Virgen de la Merced


Ha llegado una fecha emblemática para todo quien se siente Soldado Argentino. Desde el gesto del General D. Manuel Belgrano entregando su bastón de mando a la Virgen en Tucumán y en cada rincón donde hay tropa desplegada o en Guarnición, también en nuestros días los hombres y mujeres del Ejército reconocemos en la Virgen de la Merced una Madre que nos acompaña y nos protege en el camino de la vida.
De un modo especial este año la Virgen Generala nos ayuda a vivir en el misterio de la misericordia divina. Así, el Año Santo de la Misericordia convocado por el Papa Francisco puede ser recorrido de la mano de Nuestra Patrona pues es ella quien nos introduce en la experiencia sobrenatural de olvidarnos de nosotros mismos y abandonarnos en el Señor.
Ese santo olvido es la puerta hacia la verdadera sabiduría que hace comprensible lo incomprensible, que nos ubica frente al misterio del amor misericordioso de Dios que hace nuevas todas las cosas.
Es la misericordia del Señor quien nos da a la Virgen por Madre. Es su misericordia la que nos da a su Hijo como redentor. Es su misericordia la que engendra en nuestros corazones la vida nueva de la caridad que nos hace ser “Misericordiosos como el Padre”.
María de la Merced, redentora de cautivos, nos quiere devolver a Dios, hacernos recobrar la felicidad cotidiana de quien experimenta la salvación. Y para ello nuestra Madre nos quiere rescatar de aquello que descentra nuestra vida. Ya que el centro es sólo Dios, el Cristo crucificado, muerto y resucitado.
Para volver a ese centro necesitamos la misericordia del Señor para que ella renueve nuestro espíritu y nos haga capaces de aceptar que separados de su omnipotencia no somos nada ni podemos esperar nada, porque solo con Él “todo lo podemos”.
Este Año Santo es un llamado a renunciar a nosotros mismos y abandonarse a la voluntad de Dios empeñados en el trabajo de ser los mejores instrumentos para cumplir con vocación la misión recibida de lo alto.
De ese modo lo entendieron aquellos grandes hombres como San Martín, Belgrano o Liniers que pusieron los cimientos a la Nación Argentina. Y no por deseo humano sino por convicción sobrenatural recibida de María Nuestra Madre.
Estos bienes sobrenaturales se le conceden al Soldado Argentino también hoy cuando se produce ese abandono de sí mismo en las manos de Nuestra Patrona y en premio a la renuncia absoluta de sí mismo y a la total entrega a Dios por su Madre.
Solo así los próceres salieron a la conquista de la libertad de nuestro pueblo. Viviendo la causa nacional con abnegación y en unión con Dios; lo cual se podía observar en el fervor de sus luchas, y la sencillez y austeridad de sus vidas.
Soldado de mi tierra, conquista la misericordia de Dios de la mano de María. Sirve a tu Patria en la vocación que has recibido del Señor con entrega y profesionalismo uniendo tu alma a Dios.

Feliz Día de Nuestra Madre y Patrona, Virgen de la Merced.

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