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Nuestra Señora de La Merced
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Reflexión del Evangelio del Domingo VI del tiempo durante el año
Separador

Evangelio según San Mateo 5, 20-22ª.27-28. 33-34ª. 37.

Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal”. Pero Yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Ustedes han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero Yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor”. Pero Yo les digo que no juren de ningún modo. Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno”.

Como Jesús mismo lo dice, Él no ha venido a abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Ya sea que complete su doctrina con partes que faltaban para perfeccionarla, como si ha venido a cumplirla con su ejemplo de vida. Pues ambas cosas se han dado en Él. Existía un modo de cumplir la Ley que era el de los fariseos y maestros de la Ley. Ellos cumplían sus ritos externos, pero estaban muy lejos de cumplirla en su corazón. Estaba también anunciado por los Profetas que cuando viniera el Mesías, Él iba a producir una interiorización de la religión. En verdad, Jesús alcanza la esencia de la Ley. Hace unos nuevos comentarios a la misma donde no solo se refiere a lo que había sido dicho en el pasado sino que Él mismo se presenta como legislador cuando se expresa diciendo: “Yo digo”. En el texto que nos toca hoy vemos aclarados los preceptos: no matarás, no cometerás adulterio y no mentirás ni levantarás falso testimonio contra tu hermano. Pues bien vemos que para Jesús no se trata solamente de omitir un hecho malo sino también de tener y guardar en el corazón las virtudes contrarias a esos hechos o actos. El no matar se ve contraído al no irritarse contra el hermano, y por supuesto que cuando llegue el momento crucial de la última cena, quedará elevado al amor al prójimo como el mismo Cristo nos ha amado. El amor será la virtud que habrá de reinar en el corazón del cristiano. No matar será la lógica consecuencia del amor cristiano; que incluso será un motivo de distinción de ser discípulo de Jesús, todos podrán distinguirlos, dirá Cristo, en el amor que ustedes se tengan y profesen. Y tuvo ello pleno cumplimiento cuando los mismos paganos del Imperio Romano dirán: “Miren como se aman”. El sexto mandamiento también tendrá un tratamiento similar; ya no se tratará solamente de evitar el acto malo sino de ser puros de corazón. La virtud de la pureza deberá reinar también en el corazón del cristiano. La perfección cristiana no se alcanzará sino por un camino de purificaciones y negaciones como bien lo explicará San Juan de la Cruz en el siglo XVI. Purificación activa del sentido y la purificación pasiva se llama así porque esa la hace el mismo Dios en el alma, y es la que hará el pasar de la vía purgativa a la iluminativa en la vida mística del cristiano. También se requerirá la purificación activa y pasiva del espíritu, y esta última será necesaria para pasar de la vía iluminativa a la unitiva con el Señor. Evidentemente que un mundo donde se idolatra el placer y que por lo tanto se lo puede definir como hedonista, no puede comprender lo que significa el valor de la pureza y de las purificaciones de las que acabo de hablar. Y finalmente con respecto a la mentira y la falsedad, el Señor quiere que reine la verdad en el corazón del hombre. La verdad de la fe y de toda realidad. La voz deberá ser vehículo de la misma verdad, nunca deberá ser utilizada para la mentira, la falacia o el error. Las virtudes de la fe con los dones de entendimiento y sabiduría deberán afincarse en el corazón del hombre, si éste quiere ser fiel a su vocación cristiana. Nada más alejado del cristianismo como el error, la mentira en todas sus formas, como son las ideologías y las leyendas negras que falsean la historia en su objetividad valorativa. La historia es también un lugar teológico como el teólogo Melchor Cano la pone, y así como la verdadera historia es una apología del cristianismo, la falseada es su contraria. Pidamos al Señor que volvamos a tener un verdadero corazón cristiano.

Pbro. José D´Andrea
Capellán Castrense

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